Artículo emitido en la sección Filosofía de la vida cotidiana de El club del Sol.
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"Narciso" de Jan Cossiers (Museo del Prado, Madrid) |
En la antigua Grecia se consideraba a los poetas
como seres poseídos por el dios entusiazontes.
Ligados a las musas y atraídos por ellas como imanes, estos rapsodas eran
capaces de transmitir a todo un pueblo la turbación que la contemplación de la
belleza produce en los enamorados, transmitiendo entusiasmo,
generando ilusión.
En nuestra sociedad ya no quedan rapsodas. Como en
la canción de Golpes bajos, corren malos
tiempos para la lírica. Todo parece condenado a ser remake, deporte, moda, imitación o capricho. El símbolo más
apremiante de esta civilización desmoralizada, completamente fuera de quicio y
de su plena eficacia vital, como diría Ortega, es una respetable señora que se pasea con su collar
de perlas auténtico, idéntico al de
su perrita. La señora, orgullosa, proclama lo que es un secreto a voces: está
enamorada de su chihuahua y le piensa comprar un abrigo de piel para el
invierno (idéntico al suyo).
Raúl Fmez
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