Artículo publicado en la edición de marzo de 2019 de La Gaceta Independiente
Fernando Aramburu nos presentó en su novela Patria a dos antagonistas que se abrazaban brevemente sin decirse
nada. Así termina el libro que consiguió el Premio Nacional de Narrativa en
2017, además de convertirse en la novela más vendida de ese mismo año. A
diferencia de Los peces de la amargura,
su otra gran obra sobre el terrorismo de ETA, este abrazo breve es una puerta
abierta a la esperanza y la confirmación de una de las máximas morales que el
escritor donostiarra aprendió en las páginas de El hombre rebelde de Albert Camus.
En 2018, un año después del éxito de Patria, Aramburu publicó Autorretrato sin mí, un texto singular que podría definirse, en palabras de Benjamín Prado, como un libro de poemas disfrazados de relatos disfrazados de autobiografías. Hemos de añadir, no obstante, que no vamos a encontrar ningún disfraz, ninguna palabra que no sea auténtica o que el autor no haya sentido de verdad. Autorretrato sin mí es palabra de hombre, alegato contra la impostura, triunfo contra el pudor y el resentimiento. Su lectura requiere de humana concentración, alejada del ruido de fondo de la frenética actualidad. Sólo una cosa importa: el hombre solo, desnudo frente a sí mismo. Es entonces cuando comprendemos por qué las palabras son preferibles al silencio y por qué Camus prefiere el hombre y el abrazo frente a las ideas que destrozan vidas.
En 2018, un año después del éxito de Patria, Aramburu publicó Autorretrato sin mí, un texto singular que podría definirse, en palabras de Benjamín Prado, como un libro de poemas disfrazados de relatos disfrazados de autobiografías. Hemos de añadir, no obstante, que no vamos a encontrar ningún disfraz, ninguna palabra que no sea auténtica o que el autor no haya sentido de verdad. Autorretrato sin mí es palabra de hombre, alegato contra la impostura, triunfo contra el pudor y el resentimiento. Su lectura requiere de humana concentración, alejada del ruido de fondo de la frenética actualidad. Sólo una cosa importa: el hombre solo, desnudo frente a sí mismo. Es entonces cuando comprendemos por qué las palabras son preferibles al silencio y por qué Camus prefiere el hombre y el abrazo frente a las ideas que destrozan vidas.

En Autorretrato sin mí encontraremos,
ciertamente, relatos breves concebidos como odas elementales a las cosas
sencillas y banales que conforman nuestro mundo. A través del velo poético de
las palabras, Aramburu ha conseguido que la experiencia humana adquiera el
rango de sagrada, conectando, además, con otro gran anhelo de los Ensayos de Montaigne y del humanismo de
todos los tiempos, el de aprender el arte
tranquilo de morir.
Raúl Fmez
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